Puerta de Jardín
Más de alguna vez sentí una atracción magnética por atravesar una nueva puerta. El gesto de abrirla y cerrarla detrás de uno tiñe cada paso al andar. Siempre hay un nuevo camino que nos lleva a otro anhelado umbral.
Grandes e importantes, hechas en miniatura para que solo un niño pueda pasar, la de un clóset que esconde antigüedad y nos permite imaginar el pasado, una imaginaria con la que sueñas solamente, la principal de tu hogar o la que todos imaginamos al ver un agujero en la base de un viejo árbol... Así puedo seguir e inventar un sin fin de ejemplos, pero hay una que es diferente, sin duda es muy especial.
En el interior de una puerta de jardín el tiempo no se percibe y la vejez es belleza. Abajo donde pises se ve tierra fértil, los hongos saludan desde su dimensión, los árboles responden al viento, aromas se perciben, hay senderos, las hojas entre flores coloridas iluminan de verde todo alrededor, el agua que la recorre nos da sed y el mundo pequeño que la habita nos regala un reflejo.
En ella puedes volver a entrar cuántas veces quieras, respirar profundo, asombrarte y cultivar. Te pertenece al punto que puedes reclamarla con añoranza. Cada vez que pasas por ese umbral, te cargas de paz y llenas de una energía cósmica abundante. Su magia esta en que nos lleva a estar presentes en el aquí y el ahora.
Muchas gracias Alicia y compañía por compartir foto del resultado final. Atesoramos en lo profundo poder ver su nueva puerta soñada instalada en su sitio final, siendo parte de su hogar, jardín y vidas.
También agradecer @barrificarte por su apoyo y habilidades.